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A veces creo que no te tendría que haber conocido nunca porque siento que fuiste lo peor que me podría haber pasado. Me encargo de ver solamente el lado negativo. Pero, otras veces, siento que fuiste un milagro. Mi milagro. Porque sin saberlo me ayudaste a escuchar más a mi corazón y a pensar menos. Me mostraste lo lindo que pueden ser los sentimientos haciéndome sentir lo que jamás había sentido. No me puedo olvidar de tu mirada, tu sonrisa y tus abrazos. Ni tampoco quiero. De lo único que puedo estar segura es que nosotros estábamos destinados a conocernos. Y aunque ahora me tenga que alejar, sé que una partecita de mí siempre va a estar con vos te guste o no. Quizás después las vueltas de la vida te traigan a mi puerta otra vez o quizás no vuelva a tener esa suerte…